lunes, 14 de abril de 2008

Al amigo, al buen raspo anox


Qué son los amigos?

Esos raros especímenes que se van acercando a través de lo larga o corta que pueda ser tu vida…ahhh cuantas historias de ellos. Los hay de todo, los que son chistosos, los que te cuentan todo, los que no te cuentan nada, los que escuchan, los que reclaman, los que extrañan, los que te llaman, los que te apoyan, los que te chingan, los que te desilusionan, los que dan todo sin pedir nada.

Hay sin duda quienes te dejan huella, hoy hablaré de uno en particular, uno de esos amigos que de repente en un viajecin por el micro te llegan a la cabeza todo lo que pasaste a su lado, hablaré pues del buen Héctor (raspo, para mi, su amigo).

NOTA: Esta es una biografía NO autorizada del raspo, cualquier reclamación del raspo o de sus hijas pasar al apartado de comentarios y dejar su queja correspondiente.

Raspo y yo nos conocimos como a los 8 u 9 años el tenia su casa exactamente arriba de la de mis papas, su familia y el procedían de Tampico y como sabrán siempre alguien de “afueras” era muy bien visto sobre todo por los juguetes que traían de las grandes ciudades, su hermano Julio y la hermana Hilda completaban a la familia Torres Toledo.

Nos conocimos como se conoce un amigo a esa edad sin protocolos, sin miramientos, nos volvimos buenos amigos, me invitaba a su casa yo no a la mía, a mi papa no le gustaba que lleváramos amigos a la casa, esa rarísima costumbre de apartarse de todo mundo, volábamos papalotes en su azotea, escalábamos los cerros aledaños a su casa, todos los demás amigos de la banda sospechaban y tenían duda de la virilidad de mi amigo, el hecho de comportarse de manera delicada y tener modales mmmm finos, no eran bien vistos en una banda calzonuda e intolerante a cualquier acto de inferioridad, el lo sabia y no se esforzaba nada para demostrar lo contrario, tampoco lo afirmaba, solo seguía siendo el, a mi la neta ni me molestaba era buen amigo lo demás me valía madres.

Nos seguíamos viendo hasta que se separaron sus padres, el se fue con su mama y con eso nos dejamos de ver por un tiempo, vivía muy lejos y en un cerro a mi me daba mucha flojera caminar bajo el calor, solo por ir a ver un amigo…naaaahhhh.

La vida unos años después nos volvió a juntar, le comente la idea de venirme al DF, le latió, dos semanas después estaba con nosotros allá en tola en la Gustavo A. Madero, la historia de amistad a los 19 años comenzó a reescribirse, trabajos juntos, comidas juntos, ligues juntos, cotorreo juntos, viajes juntos, chismes juntos, historias y anécdotas como aquella que después de fajarse a Marisol, descubrió que no era lo que el quería, la mando a la chingada, Marisol se volvió a mi furica por habérselo presentado, nada paso me dijo lo siento wey, no me late. Me gusta tu prima.

Después de un tórrido romance con Cristal en el D.F., (amiga de mi hermana Paola) decidió seguirla, buscarla acompañarla. Dos hijas y muchos pleitos después, ahora es soltero-divorciado trabajando lo que los pejistas llaman nuestro tesoro nacional allá en los pozos de Cantarell, donde la soledad, donde los recuerdos son tan amplios como el mar que lo rodea. Y supongo que con muchas cosas que contar, solo quiero decirle que aquí estoy para poder escucharlo en la azotea de doña Tana, con una coca cola bien fría mientras componemos canciones horrorosas a salud de nuestras desgracias.

2 Comentarios:

A la/s 12:52 p.m., Blogger zocadiz dijo...

Chuzo,
me he quedado sin palabras.
pero me debes una comida. jeje
nos leeremos,
Zeta

 
A la/s 1:04 p.m., Blogger El Velvet de Cierto Pelo dijo...

Ah, el Raspo.
Y sigue siendo igual, eeeh. Con la particularidad, ahora, de ser un padre responsable de dos hijas, de tener una vida media rutinaria y de poseer un apetito por recuperar su juventud perdida en un fallido matrimonio.
El Raspo es de esos amigos, amigos.

 

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